Estábamos
mirando un programa de televisión en casa de Dani. Como de costumbre, Paula
comía sus galletitas, Marina hacia piruetas y miraba cabeza abajo la TV,
Dasniçççni, el estudioso del grupo, hacía los deberes con un, solo ojo y con el
otro miraba los dibujitos sin perder detalle, y yo acariciaba a Boby, el perro,
que dormía plácidamente.
De
pronto el programa se interrumpió y aparecieron en la pantalla rayas
multicolores. Todos nos miramos asombrados.
-
¿Qué pasa? – preguntó
Paula.
-
Se rompió la tele –
exclamó preocupado Dani.
-
Pero esas rayas son
muy raras – comentó Marina.
-
- Miren, miren,
aparece la cara de un chico – grité.
Boby se
despertó y empezó a guiñar a la tele.
“A-TENCIÓN.
A-TEN-CIÓN. ÉSTE ES UN MENSAJE PARA PAULA, MARINA, DANI Y NICOLÁS. A-TEN-CIÓN.
A-TEN-CIÓN.”
Nos
quedamos mudos. En la pantalla aparecieron dos chicos vestidos de manera
extraña. Sentimos mucha curiosidad.
Los
chicos de la tele siguieron hablando:
-
Sabemos que nos están
escuchando. Necesitamos su ayuda. Es muy importante que nos encontremos. Los
esperamos a las siete de la tarde en el zoológico, al lado de la jaula del
elefante. Repetimos, necesitamos su ayuda. Venimos del futuro y no tenemos
mucho tiempo.
-
Me parece que éste es
el comienzo de una gran aventura – gritó entusiasmado Dani-. Tenemos que ir al
zoológico antes que cierre, por suerte estamos cerca.
Sin
perder un segundo, nos pusimos en marcha. Entramos al zoológico y nos
escondimos en un arbustos, cerca de la jaula de los leones.
Anochecía.
Cuando ya sólo escuchamos los sonidos de los animales, salimos y caminamos
hacia la jaula del elefante.
A las
siete en punto un arco iris en miniatura cayó sobre nosotros. Retrocedimos
asustados. Las formas de una nave se hacían cada vez más nítidas. Finalmente,
aterrizó. Un perro de raza desconocida, fue el primero en bajar de la nave, y
nos tranquilizó con sus mimos. Detrás de él aparecieron los dos misteriosos
mensajeros, que nos miraron sonriendo y en silencio. Enseguida entendidos que
seríamos amigos.
-
Gracias por venir –
dijo la pecosa del grupo-. Yo me llamo Florencia, y mi amigo es Martín. Nuestro
perro robot se llama Laserito.
-
Pero, ¿cómo saben
nuestros nombres? – preguntó Paula.
-
Porque venimos del
futuro –contestó Florencia-. Queremos contarles nuestro gran problema.
Escuchen:
“En nuestra época casi no quedan
animales. Hasta el zoológico es artificial, son todos robots que imitan a los
animales que no existen. Muchas especies están desapareciendo. Cada vez hay
menos reservas naturales. Queremos que en nuestra época haya tanta vida y
variedad de animales como en la de ustedes. ¡Tienen que ayudarnos!
-
¿Por qué desaparecen
tantos animales? – pregunté-. ¿Qué se puede hacer para que esto no ocurra más?
-
¿Y nosotros, qué
podemos hacer? – preguntó Marina.
Por ahora , acompáñennos a hacer
un viaje por el pasado en nuestra nave del tiempo.
-¡¿Qué?! – dijimos a coro, y Boby
se tapó la cabeza con las patas.
- Sí, vengan a conocer los
animales que había en el pasado para averiguar por qué desaparecieron – explicó
Florencia.
- ¿Y yo qué hago con mis deberes?
– preguntó Dani.
- Yo mañana tengo un cumpleaños –
dijo Marina.
- No se preocupen, nuestra nave
del tiempo nos va a traer de vuelta a este mismo momento.
Ya más tranquilos, aceptamos la
invitación y comenzamos a subir a ese loquicómico aparato, con un picaporte que
abría la puerta de los siglos. Por dentro la máquina parecía más espaciosa que
por fuera.
Sentíamos cosquillas en todo el cuerpo y nos moríamos de ganas de
apretar los botones que había por todos lados.
En una pantalla apareció el rostro del abuelo muy simpático que contestó
a Dani afectuosamente:
-
Hola chicos, me llamo
Von Verde. Gracias por venir a ayudarnos en esta misión tan importante. Nuestra
nave del tiempo tienen energía para pocas escalas, así que tenemos que elegir
bien las épocas que visitaremos.
-
Les propongo viajar a
la prehistoria para conocer los dinosaurios y otros animales que desaparecieron
hace millones de años.
En ese momento Martín bajó una palanca que hizo que nosotros nos
convirtiéramos en pedacitos de colores del arco iris. Fue maravilloso. Duró
sólo unos segundos. Enseguida volvimos a ser nosotros pero ya no estábamos en
el zoológico. Por la ventana de la nave vimos un paisaje increíble.
-
¡Qué lugar tan raro! –
exclamó Florencia.
-
¿Qué es eso que se
mueve en el lago? – preguntó Marina.
-
Tiene como veinticinco
metros de largo – informó Dani.
-
Es un brontosaurio, de
la familia de los dinosaurios. Es uno de los animales más grandes que
existieron sobre la Tierra. Pesa como mil chicos de treinta kilos cada uno, y
sin embargo sus dientes son muy chiquititos –nos dijo Von Verde.
-
¿Se imaginan el plato
de sopa del bronto-no-sé-que? –bromeé yo. Desde la pantalla se escuchó la risa
de Von Verde.
-
Éstos dinosaurios sólo
se alimentaban de plantas y se extinguieron antes de la aparición del hombre
por causas desconocidas.
-
Se acerca el bro…,
bron… el bront… -tartamudeó Paula.
La nave comenzó a rebotar como
una pelota contra el piso. Por suerte Martín, con rápidos reflejos, pudo
elevarla.
-
Parece que también
nosotros le llamamos la atención al brontosaurio –dijo Von Verde-. Pero ahora
tenemos que partir nuevamente. Viajaremos al siglo XIX, para ver cómo cazaban a
los búfalos, las ballenas, y los elefantes.
De pronto aparecimos sobrevolando
una manada de búfalos.
-
¡Qué maravilla!
¡Podemos ver los búfalos de verdad! –dijo Martín con lo ojos abiertos como dos
tapitas de gaseosas.
Boby y Laserito comenzaron a
correr por toda la nave imitando a los búfalos. Pero pronto comenzamos a
escuchar disparos. ¿Por qué los estaban cazando?
Von Verde leyó en voz alta la
Enciclopedia espacial: “La piel del búfalo era muy codiciada en el siglo XIX
por su alto valor”…
-
¿Y los cazan sólo para
sacarle la piel? –lo interrumpió Paula.
-
Sí. Y tanto los
persiguieron que en nuestra época ya casi no existen – contestó Von Verde-.
Pero también podemos ver lo que sucede en el siglo XIX con las ballenas.
Sin darnos cuenta, estábamos
volando sobre el océano. A lo lejos vimos unas pequeñas manchas que se
transformaban en barcos a medida que nos acercábamos. Tenían enormes arpones
sobre la cubierta y estaban rodeados de ballenas que habían cazado.
-
Ésta es la razón por
la que en nuestra época no existen ballenas, dijo Martín-. Y lo mismo pasó con
los elefantes…
En un instante dejamos el océano
y aparecimos en el corazón de África.
Viajábamos en dirección a un lago
cuando Paula nos señaló una caravana de carretas llenas de ¡colmillos de
elefantes!
Nuevamente surgió la voz de Von
Verde:
-
Sí, como se imaginan,
los elefantes siempre fueron perseguidos por sus colmillos, que son de marfil,
un material muy valioso. Los elefantes existen desde hace cincuenta millones de
años.
-
Cincuenta millones de
años y corren peligro de desaparecer si no hacemos algo – dijo Marina.
-
Volvamos al tiempo de
ustedes –dijo Martín y bajó una palanca.
Nuevamente nos convertirnos en
arco iris y regresamos al lado de la jaula del elefante. Pero ahora lo miramos
con más cariño.
Boby, seguido de Laserito, bajó
rápidamente en busca de un árbol.
-
Ya vimos que pasó con
algunos animales del siglo pasado… ¿Y ahora, que estará pasando? –preguntó
Paula.
-
Mi tío es veterinario.
¡Vamos a preguntarle a él!- dijo Dani.
En un minuto, gracias al arco
iris aterrizamos en el techo del consultorio del tío Ricardo. Bajamos las
escaleras y entramos en la sala de espera, y al ratito se abrió la puerta del
consultorio. Salió una señora con un gatito muy chiquito entre sus brazos. El
tío Ricardo nos miró asombrado, pero contento de que estuviéramos allí. Antes
de que pudiera hablar, Daniel le dijo:
-
Tío, necesitamos tu
ayuda para una tarea de la escuela.
-
Bueno, cuéntame.
-
Si siguen cazando
ballenas y otros animales, ¿hay peligro de que desaparezcan? –dijimos todos
juntos.
-
¡Uh! ¡Qué pregunta!
–contestó-. Me alegro de que estén preocupados por este tema. Desgraciadamente
los animales no lo están pasando bien en este momento. En algunos casos porque
se los sigue cazando en exceso y en otros por la destrucción de bosques y
selvas, o por la contaminación de las aguas. Los estamos dejando sin un lugar
donde vivir. Estamos destruyendo su casa.
-
Cazaban los búfalos
para sacarle la piel, a los elefantes por los colmillos, pero ¿por qué
destruimos el hogar donde viven? –preguntó Florencia al tío Ricardo.
-
Por suerte hay mucha
gente que se está dando cuenta de esto e intenta cambiarlo. En muchos países se
está luchando por preservar los bosques y selvas, convirtiéndolas en reservas
naturales donde se prohíbe la caza y la pesca. Hay grupos de personas que se
encargan de proteger a las ballenas, a las focas y a otros animales en
distintas partes del mundo. Pero es necesario que cada vez más gente conozca
este problema para que los pueblos y gobiernos del mundo se pongan de acuerdo
para proteger la vida en el presente o en el futuro.
Nos quedamos callados, pero… ¡ya
sabíamos qué hacer!
De pronto se escucharon
ladriditos. Una señora abrió la puerta y entraron cinco cachorros seguidos por
su mamá.
-
¡Te felicito Pompi!
Fuiste mamá –exclamó contento el tío Ricardo-. Bueno chicos, ahora tengo que
atender a Pompi y sus cachorros.
-
Pero tío, otro día
queremos seguir hablando las cosas que se pueden hacer por los animales.
¡Queremos que nos ayudes!
-
Para mí va a ser una
enorme alegría trabajar juntos –dijo el tío Ricardo entrando al consultorio.
Subimos a la terraza. Al entrar
en la nave, Von Verde nos preguntó desde la pantalla:
-
Y chicos… ¿averiguaron
algo nuevo?-.
-
Sí, pero, Von Verde,
queremos preguntarle algo .dijo Paula-. ¿Por qué nos eligió a nosotros para
esta misión?
Von verde contestó:
-
Los elegí a ustedes
como elegiré a los chicos porque la época en que ustedes viven, los hombres
comenzaron a destruir cada vez más bosques y selvas, a contaminar más ríos,
lagos y mares poniendo en peligro la vida de muchas especies como nunca antes
había sucedido en la historia.
Martín que estaba atento a los
controles de la nave, dijo:
-
Desgraciadamente nos
queda poca energía, debemos volver.
Nos dio mucha tristeza, habíamos
compartido miles y miles de años con nuestros amigos.
-
¿Qué van a hacer?
–preguntó Florencia.
-
Hay que contarle este
problema a nuestros amigos –dijo Paula.
-
A TODOS… Hasta a los
presidentes. ¡No queremos robots en lugar de animales!
Nos abrazamos. Boby lamió la cara
de Laserito.
Nos quedamos mirando la nave que
despegaba. Entonces yo grité:
-
¡Martín! ¡Florencia!
Cuando vuelvan al futuro van a encontrar un mundo distinto, lleno de animales.
¡Nosotros ayudaremos a cuidarlos!
Mil estrellas brillaban en el
cielo y por primera vez en nuestra vida vimos un hermoso arco iris dibujarse en
la noche.
Enseñanza: debemos cuidar el planeta para que no mueran
ni los animales ni las plantas.
Fausto Fernández - 2º "C"
No hay comentarios:
Publicar un comentario