Unos
ratoncitos, jugando tranquilos en un bosque, despertaron a un león que dormía
plácidamente al pie de un árbol. La fiera, levantándose de pronto, atrapó entre
sus garras al más atrevido de la pandilla.
El
ratoncillo, con mucho miedo, prometió al león que si lo perdonaba la vida la
emplearía en servirlo; y aunque esta promesa lo hizo reír, el león terminó por
soltarlo. Tiempo, después, la fiera cayó en las redes que un cazador le había
tendido y como, a pesar de su fuerza, no podía librarse, atronó la selva con
sus furiosos rugidos. El ratoncillo, al oírlo, acudió presuroso y rompió las
redes con sus afilados dientes. De esta manera el pequeño ex prisionero cumplió
su promesa, y salvó la vida del rey de los animales. El león meditó seriamente en
el favor que acababa de recibir y prometió ser en adelante más generoso.
Moraleja: En cualquier ayuda no importa el
tamaño. Nunca se sabe cuando podés necesitar de otro.
Joaquín Bonanno - 2º "C"
Moraleja: Nunca desprecies las
promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.
Rocío Weksler - 2º "C"
Moraleja: En los cambios de suerte, los poderosos
necesitan la ayuda de los débiles.
Gino Muraca - 2º "C"
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