Dos
burros volvían del puerto cargando enormes cestos llenos de sal para su amo.
Cuando pasaban cerca del río, uno de ellos tropezó con una piedra y se cay
O al agua. Al levantarse, sintió que su carga
era mucho más liviana… ¡Claro! Gran parte de la sal se había disuelto.
Muy contento, le dijo a su compañero:
-¡Jua! ¡Ahora camino mucho más liviano! Ya sé
qué voy a hacer la próxima vez que pasemos por acá con una carga pesada.
Unos
días después, los dos burros volvieron a recorrer el mismo camino, esta vez
traían del puerto unos cestos repletos de algodón. Cuando llegaron al río, el
burro se tiró a propósito en el mismo lugar y esperó a que se mojara bien toda
su carga. Con una sonrisa triunfante, intento levantarse, pero… ¡cuánto le
costó! ¡El algodón había absorbido agua y ahora pesaba el doble! Mientras se
incorporaba con muchísimo esfuerzo, escuchó que el otro burro le decía:
-
¿Viste?
Te creías muy astuto y quisiste evitar tu deber… ¡Así, solo lograste
perjudicarte a vos mismos!
Moraleja: A veces por evitar nuestro deber y creemos
más astutos, sólo logramos perjudicarnos a nosotros mismos.
Lola Abiad - 2º "A"
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