En el
mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa, porque ante todos decía
que era la más veloz. Por eso, constantemente se reía de la lenta tortuga.
-
¡Mirad la tortuga! ¡Eh, tortuga, no corras tanto que te vas a cansar de ir tan
de prisa! - decía la liebre riéndose de la tortuga.
Un día
decidieron hacer una carrera entre ambas. Todos los animales se reunieron para
verlo. Se señaló cuál iba a ser el camino y la llegada. Una vez estuvo listo,
comenzó la carrera entre grandes aplausos.
La
liebre corría veloz como el viento mientras la tortuga iba despacio, pero, eso
sí, sin parar. Enseguida, la liebre se adelantó muchísimo.
Se
detuvo al lado del camino y se sentó a descansar.
Cuando
la tortuga pasó por su lado, la liebre aprovechó para burlarse de ella una vez
más. Le dejó ventaja y nuevamente emprendió su veloz marcha.
Varias
veces repitió lo mismo, pero, a pesar de sus risas, la tortuga siguió caminando
sin detenerse.
Confiada
en su velocidad, la liebre se tumbó a dormir bajo un árbol. Pero, pasito a
pasito, la tortuga avanzó hasta llegar a la meta.
Cuando
la liebre se despertó, corrió con todas sus fuerzas pero llegó tarde. La
tortuga había ganado la carrera.
Aquel
día fue muy triste para la liebre y aprendió una lección que no olvidaría
jamás: No hay que burlarse nunca de los demás.
Moraleja: No hay que burlarse nunca de los demás.
Nicolás Lorenzatti - 2º "C"
Moraleja: Nos enseña que no hay que burlarse de los
demás.
Santino Deguardia Gamboa - 2º "C"
Moraleja: Enseña que no hay que burlarse jamás de los
demás y que el exceso de confianza puede ser un obstáculo para alcanzar
nuestros objetivos.
Sara Sarchione - 2º "C"
Moraleja: Lo importante es no ser veloz. Hay que ser más perseverante. Si no eres perseverante te pasará como a la liebre.
Emilia Gotleib - 2º "C"
Sabrina Rabbia - 2º "C"
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