Los dos hijos de un labrador
vivían siempre discutiendo. Se peleaban por cualquier motivo, como quién iba a
manejar el arado, quién sembraría, y así como todo. Cada vez que había una
riña, ellos dejaban de hablarse. La concordia parecía algo imposible entre los
dos. Eran testarudos, orgullosos y para su padre le suponía una dificultad
mejorar estos sentimientos. Fue entonces que decidió darles una lección.
Para poner un fin a esta
situación, el labrador les llamó y les pidió que se fueran al bosque y les
trajeran un manojo de leña. Los chicos obedecieron a su padre y una vez en el
bosque empezaron a competir para ver quién recogía más leños. Y otra pelea se
armó. Cuando cumplieron la tarea, se fueron hacia su padre que les dijo:
- Ahora, junten todos las varas, las amarren muy fuerte con una cuerda
y veamos quién es el más fuerte de los dos. Tendrán que romper todas las varas
al mismo tiempo.
Y así lo intentaron los dos
chicos. Pero a pesar de todos sus esfuerzos, no lo consiguieron. Entonces
deshizo el haz y les dio las varas una a una; los hijos las rompieron
fácilmente.
- ¡Se dan cuenta! les dijo el padre. Si vosotros permanecen unidos como
el haz de varas, serán invencibles ante la adversidad; pero si están divididos
serán vencidos uno a uno con facilidad. Cuando estamos unidos, somos más
fuertes y resistentes, y nadie podrá hacernos daño.
Y los tres se abrazaron.
Moraleja: Cuando nos unimos somos invencibles, nadie
puede hacernos daño.
Martina Attorresi - 2º “C”
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