martes, 30 de octubre de 2012

LA LIEBRE Y LA TORTUGA


En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga.
  - ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándose de la tortuga.
  Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:
  - Estoy segura de poder ganarte una carrera
  - ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.

  - Sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.
  La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.
  Confiada en su ligereza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar.
  Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.
  Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta. Salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había ganado la carrera!
  Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos.


Moraleja: Yendo despacio con ganas y mucho esfuerzo se llega a todos lados.


                                                                                                            Jeremías Actis - 2º B

Moraleja: No subestimes las capacidades propias y ajenas.

                                                                                          
                                                                                              Juan Lisandro Muñoz - 2º B


Moraleja: La tortuga despacito llegó a la meta y la liebre vanidosa perdió.


                                                                                                          Valentino Pérez - 2º B

Moraleja: Tenemos que ser constantes en lo que nos proponemos. No subestimar al otro.


                                                                                                          Juliana Locardel - 2º B


EL LEÓN Y EL RATÓN


  Unos ratoncitos, jugando tranquilos en un bosque, despertaron a un león que dormía plácidamente al pie de un árbol. La fiera, levantándose de pronto, atrapó entre sus garras al más atrevido de la pandilla.
  El ratoncillo, con mucho miedo, prometió al león que si lo perdonaba la vida la emplearía en servirlo; y aunque esta promesa lo hizo reír, el león terminó por soltarlo. Tiempo, después, la fiera cayó en las redes que un cazador le había tendido y como, a pesar de su fuerza, no podía librarse, atronó la selva con sus furiosos rugidos. El ratoncillo, al oírlo, acudió presuroso y rompió las redes con sus afilados dientes. De esta manera el pequeño ex prisionero cumplió su promesa, y salvó la vida del rey de los animales. El león meditó seriamente en el favor que acababa de recibir y prometió ser en adelante más generoso.


Moraleja: En los cambios de fortuna los poderosos necesitan la ayuda de los débiles.


                                                                                                     Giovanna Raschetta 2º B


Moraleja: Los pequeños pueden ayudar a los grandes.


                                                                                                           Ignacio Paoletti 2º B


Moraleja: En los cambios de fortuna, los poderosos necesitan la ayuda de los débiles.



                                                                                                        Santiago Ricardo 2º B




Moraleja: Nunca debemos burlarnos ni despreciar las promesas de los pequeños honestos cuando llegue el momento.


Alyson Leonardo 2º B



Moraleja: Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las cumplirán.

Mila Carrasco 2º B



Moraleja: Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento la cumplirán.

Tadeo Manazza 2º B

LA ZORRA Y LAS UVAS


   Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido en acudir con la escopeta.
  Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas.— Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces. Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los racimos estaban muy altos y no llegaba. Así que se dijo: —Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzado los racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar.


Moraleja: Hay que pensar las cosas para que salgan bien. Y nos enseña que hay que esforzarse.

                                                                                                                   Santino Turi 2º B


Moraleja: La zorra tenía tanto hambre que no podía pensar la manera de alcanzar las uvas.


                                                                                                             
                                                                                                               Morena Odetto 2º B

EL LABRADOR Y LA PROVIDENCIA


   Era un verano muy caluroso. Por eso el labrador de esta fábula se fue a descansar un rato a la sombra de un árbol. Era la época de la cosecha de los melones, de las calabazas, del trigo… Y por eso estaba el labrador muy cansado.
  Mientras estaba a la sombra empezó a mirar el campo y a pensar que el Creador, que había hecho tantas cosas hermosas en la naturaleza, se había equivocado en algunas muy sencillas.
  Observó que las calabazas y los melones, que eran de gran tamaño, se encontraban esparcidos acá y allá, y pesaban mucho al levantarlos del suelo. Pensó que eso no era justo, se puso a mirar hacia arriba y vio como las pequeñas bellotas colgaban en el árbol, y se dijo:
-    ¿No sería mejor que las calabazas y los melones creciesen en un lugar más alto y las bellotas, que sólo sirven para que coman los animales, salieran desperdigadas por el suelo?
  Acertó a pasar en aquel momento por el campo un anciano pastor.
-    Parece que estás cansado, amigo mío, sentado ahí a la sombra- le dijo, saludándolo, mientras se apoyaba en su bastón.
-    Recolectar calabazas en esta época del año es algo agotador. Si estuvieran en los árboles, todo sería más fácil  - protestó el sudoroso labrador.
-    No te quejes que todo se ha hecho por alguna razón, hijo mío. El Creador no ha hecho las cosas porque sí – dijo el anciano pastor mientras se alejaba hacia la aldea.
  Estaba pensando nuestro labrador en todo eso cuando le cayó una bellota en la frente y le causó un pequeño chichón.
-   ¡Qué tonto he sido! ¿Qué hubiera sido de mí sí me hubiera caído una calabaza en la cabeza? – dijo mientras se reía a grandes carcajadas.
  Así se levantó y, contento, siguió cosechando los frutos, porque había aprendido que la naturaleza había hecho las cosas mucho mejor de lo que creemos.


Moraleja: La naturaleza nos da una lección: “lo perfecta que es la creación”.


Ámbar Lovazzano 2º “B”




PIRIS, EL PEZ DESDICHADO


  Piri nadaba en las frescas aguas. Era un precioso pez y su cuerpo parecía vestido con una túnica de oro puro, rayada en violeta y negro. Sus aletas eran transparentes como el cristal y muy graciosas.
  Pero nuestro Piri se sentía desdichado. A menudo, cuando miraba fuera de la pecera con sus grandes y pensativos ojos de pez, veía cosas que lo dejaban siempre deseando algo más.
  Una vez era un pájaro que volaba, “¡Oh, cómo me gustaría volar así!”, pensaba Piri. Después veía un par de perros jugando, y eso le hacía querer tener patas y mover la cola. Y los chicos que iban a la escuela le hacían tener deseos de ir también a aprender, “¡Qué divertido sería!”
  Durante todo el día veía cosas que le hacían desear algo más que ser un precioso pez.
  Hasta que llegó un día de verano, con un sol muy intenso: hacía tanto calor que los pájaros casi se caían desmayados de los árboles. Los perros jadeaban a la sombra y los chicos en la escuela, amodorrados por el calor, no aprendían nada.
  Entonces él, que nadaba muy fresco en el agua de su pecera, no se sintió desdichado nunca más.

Moraleja: Debemos valorar aquello que tenemos.


SOFÍA TURCATTI - 2º "B"

EL RATÓN Y EL GATO


  En el mundo de los animales vivía un gato demasiado flojo, gordo y mimado que vivía en una familia de ricos. Un ratón demasiado hambriento y flaco que vivía en una madriguera. El gato siempre se burlaba del pobre ratoncito y le decía que él jamás iba a tener las comodidades que el gato tenía. El pobre ratoncito siempre se ponía triste de todas las cosas que decía el gato.
  Un día hablando con sus amigos, al ratón se le ocurrió  decirle al gato que se fuera a vivir  a su casa para ver quién aguantaba más el hambre y el gato, como se creía el más fuerte, acepto la apuesta del ratón.  Todos los animales se pusieron de acuerdo para vigilarlos,  para que no hicieran trampa y apostaron entre ellos mismos al ganador.
  El gato, confiado de ganar, llegó a la casa del ratón, y le dijo que estaba listo para ganar la apuesta.  -Veras que puedo aguantar más hambre que tú – le dijo.
   Pasaron las primeras horas y el ratón estaba muy feliz y contento, mientras que el gato no aguantaba más el hambre, pero como era demasiado orgulloso y no quería que sus amigos, los animales,  se burlaran de él, decidió aguantar más.
  Pasaron las horas y el gato no pudo soportar más al ver que el ratón no se rendía jamás, ya que él sabía aguantar el hambre. El gato se rindió frente a sus amigos  se dio cuenta que no tenía que reírse del ratón flaco y hambriento, porque el ratón aguantaba y el no.

Moraleja: El gato aprendió la dura lección de que jamás se debe burlar de nadie,  porque no sabe en qué situación viven los demás.


ROMÁN BARMAN - 2º "B"



LA ZORRA RABICORTA


   Una zorra estaba muy avergonzada porque su cola era muy corta. Había quedado así luego un de un desdichado accidente. Pasaba el tiempo tan acomplejada que su vida se había vuelto imposible no soportaba ver a las demás zorras con sus hermosas colas largas. Así que un día, se le ocurrió que si todas las zorras anduvieran con la cola corta, a ella la vida le resultaría más amable, ya que no tendría ninguna diferencia con las demás y su vergüenza desaparecería.
  Pensó que tal vez no sería tan difícil convencerlas y esperó el momento propicio para reunirlas y hablarles.
  Entonces les dijo:
-  Queridas amigas… ¿Cómo se encuentran? Yo estoy fascinada, vengo de realizar un largo paseo y me di cuenta de que pude correr con mucha agilidad porque mi cola es muy corta.
   Las zorras se miraron entre sí, extrañadas por lo que estaban escuchando.
-   Pensé tanto en ustedes, en cuánto les debe molestar andar arrastrando esas colas tan largas y pesadas… ¡Un verdadero fastidio! – Hizo un silencio y miró a su audiencia entrecerrando los ojos. – Además de molestas, extremadamente inútiles. En cambio, yo vivo feliz sin que nada me impida correr o moverme. Si quieren un consejo, claro que no me lo pidieron, pero como las quiero mucho, les voy a decir que lo mejor que pueden hacer es cortarse las colas igual que yo.
   Hubo un murmullo de asombro entre las zorras. Se acercaban unas a otras tratando de deliberar.
-     ¿Será como ella dice?
-      Puede ser que tenga razón…
-      Yo lo dudo…, pero es cierto que a veces la cola es un poco fastidiosa.
  Hasta que surgió una voz que se distinguió de las demás:
-          ¡Amigas! ¡No se dejen confundir! – y le replicó a la zorra rabicorta-: Tú nos dices eso sólo porque te conviene. pero nuestras colas son hermosas y no debemos cortarlas. Tienes que aprender a convivir con nosotras sin sentir vergüenza porque a ninguna le importa si tu cola es corta o larga. Te aceptamos tal como eres.
  Y cada uno regresó a su casa.

Moraleja: Lo importante es aprender a convivir sin sentir vergüenza si tenemos algo diferente porque a los demás eso no les interesa.


JUAN DIEGO BORRÁS - 2º "B"