En el mundo de los animales vivía un gato demasiado
flojo, gordo y mimado que vivía en una familia de ricos. Un ratón demasiado
hambriento y flaco que vivía en una madriguera. El gato siempre se burlaba del pobre
ratoncito y le decía que él jamás iba a tener las comodidades que el gato
tenía. El pobre ratoncito siempre se ponía triste de todas las cosas que decía
el gato.
Un
día hablando con sus amigos, al ratón se le ocurrió decirle al gato que se fuera a vivir a su casa para ver quién aguantaba más el
hambre y el gato, como se creía el más fuerte, acepto la apuesta del ratón. Todos los animales se pusieron de acuerdo para
vigilarlos, para que no hicieran trampa
y apostaron entre ellos mismos al ganador.
El
gato, confiado de ganar, llegó a la casa del ratón, y le dijo que estaba listo
para ganar la apuesta. -Veras que puedo
aguantar más hambre que tú – le dijo.
Pasaron las
primeras horas y el ratón estaba muy feliz y contento, mientras que el gato no
aguantaba más el hambre, pero como era demasiado orgulloso y no quería que sus
amigos, los animales, se burlaran de él,
decidió aguantar más.
Pasaron
las horas y el gato no pudo soportar más al ver que el ratón no se rendía jamás,
ya que él sabía aguantar el hambre. El gato se rindió frente a sus amigos se dio cuenta que no tenía que reírse del
ratón flaco y hambriento, porque el ratón aguantaba y el no.
Moraleja: El gato aprendió
la dura lección de que jamás se debe burlar de nadie, porque no sabe en qué situación viven los
demás.
ROMÁN BARMAN - 2º "B"
No hay comentarios:
Publicar un comentario