Bajo un hermoso árbol descansaba una enorme
serpiente, que se lucía en todo su esplendor por la luz del mediodía y por los
cálidos rayos del grandioso sol.
Era una serpiente inofensiva que dormía
plácidamente sin molestar a nadie.
Poco después
apareció por el sendero donde se encontraba la serpiente una zorra pequeña y
algo desmadejada.
La zorra se
detuvo en el camino a admirar el hermoso cuerpo alargado del reptil. Y llena de
envidia por poseer esa esbelta figura de la que ella carecía, se echó a su lado
muy cerca para intentar igualarla.
-¿Qué te
trae por aquí?- preguntó la serpiente.
- Me llamó
la atención tu cuerpo y me acerqué a admirarlo.
Lentamente,
la zorra comenzó a estirarse, cada vez un poco más, intentando, en vano,
igualar a la serpiente.
Pero tanto
se esforzó en imitarla y tal fue su esfuerzo, que acabó por romperse.
Moraleja: No te esfuerces en imitar aquello para lo que no
estás capacitado.
EROS TORRESÁN - 2º "B"
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